CONSTITUCIÓN.- "Constitución aprendió a valorar su ciudad. Una chica donde todos nos conocemos y donde muchos de repente critican todo. Para el estallido social, por ejemplo, como nunca salió gente a la calle, cuadras completas de gente protestando, pero nadie dañó nada".
Sentado en su oficina de la Corporación Cultural de Constitución, el historiador Luis Valero expone una realidad que es fácil de reconocer en las calles de la llamada "perla del Maule": el estallido social llegó, movilizó a gran parte de los 51 mil habitantes, pero la violencia que golpeó con fuerza a otras localidades, no surgió. "Espero que tenga que ver con la conciencia que se ha generado producto de hechos como el terremoto", agrega.
Y es que las autoridades y vecinos son tajantes: La ausencia de saqueos, barricadas y destrucción del mobiliario tiene que ver con la memoria de la profunda herida que significó el terremoto y las destructivas olas del posterior tsunami del 27/F que este año conmemora su décimo aniversario.
"Conciencia" es la palabra clave, aseguran los residentes. Un concepto arraigado sobre todo en los que recuerdan la madrugada de aquel sábado y que los impulsa a evitar dañar algo que les ha costado sufrimiento y esfuerzo levantar. Misma idea que representan algunos carteles dispuestos por la municipalidad y desplegados en las calles de la ciudad más importante de la costa sur de la Región del Maule. "Lo que se quiere no se destruye", dicen los mensajes.
"Todo ha sido con respeto", insiste Valero, mientras escudriña su computador en busca de fotos antiguas del balneario, cuyo nombre, además, estará en boca de todos en el principal debate nacional de este año.
¿Por qué Constitución se llama Constitución?
Corría 1828 y un proceso de siete meses llevado por un Congreso Constituyente llegaba a su fin: era hora de promulgar una nueva Carta Magna, aquella liberal que utilizó por primera vez en la historia del país el título de "Constitución Política de la República de Chile". Eso sí, su vida fue corta, sólo cinco años, hasta que en 1833 se redactó una nueva.
Aprovechando esos aires reformistas, el diputado por la provincia del Maule, Álvaro Casimiro Pereira, buscaba un mayor empuje para Nueva Bilbao, que en ese entonces se perfilaba como un importante foco económico de la zona centro sur del país, compitiendo codo a codo con Concepción gracias a su potencial como industria de artilleros. Su ubicación –en la desembocadura del río Maule- además le permitía alzarse como un punto clave de entrada y salida de productos.
Panorámica de Constitución a inicios de 1930, tomada desde el cerro Mutrún.
Entre este auge y la expectación de la nueva carta fundamental, Casimiro instauró en el Congreso una moción para cambiar el nombre de la ciudad: "Constitución" era su propuesta, junto con pedir que fuera declarada como Puerto Mayor. En 1828 logró ambos objetivos.
Ese periodo dorado no se extendió demasiado, y cerca de cuatro décadas más tarde una serie de variables se conjugaron para que el crecimiento se estancara y perdiera su categoría de Puerto Mayor. Una nueva luz de progreso se abrió en 1915 con la llegada del ramal Talca-Constitución reorientándose hacia la actividad turística. Hoy la ex Nueva Bilbao -donde el 7,5% de la población está condiciones de pobreza- vive principalmente gracias a la industria forestal
Conciencia post terremoto
Como en otras ciudades del sur, el viernes 26 de febrero de 2010 los vecinos de Constitución preparaban su típica fiesta veneciana, con barcos alegóricos y un escenario flotantes sobre el Maule. Cientos de turistas se congregaban en las calles y otros, como era tradición, acampaban en la Isla Orrego, ubicada en medio del río mientras esperaban el show que sería encabezado por la Sonora Palacios.
Al caer la noche comenzaron las fogatas en la isla. La gente cantaba y festejaba en medio de la fiesta que prometía ser larga. Pero cuando el reloj marcaba las 3.34 de la madrugada comenzó el terremoto cuyo epicentro se ubicó a 64 kilómetros de distancia. Las casas de adobe y prácticamente todo el caso histórico -excepto la parroquia- quedaron en el suelo. En ese momento, llegó la primera ola, luego la segunda y después la tercera.
Imagen tomada en febrero de 2010, tras el terremoto que derrumbó Constitución.
El saldo fue terrible: 94 personas perdieron la vida y 10 desaparecieron en Constitución (en todo el país se registraron 525 muertos y 23 desaparecidos).Según un informe del Minvu más de 2.500 viviendas resultaron dañadas y de acuerdo a datos de la municipalidad el 90% del casco antiguo de la ciudad resultó totalmente destruido.
Un memorial emplazado en la isla, con una imponente cruz blanca en medio, recuerda a las víctimas de aquel desastre natural, además de hacer ver a las nuevas generaciones la historia de dolor e incertidumbre que puede traer la destrucción. Algo, aseguran los locales, que está en la conciencia de los vecinos de Constitución.
Por eso, insiste Sandra Contreras, quien perdió ese día a su dos únicas hijas y una nieta que festejaban en la isla, la violencia tras el estallido social no se presentó en la ciudad. "En el terremoto cayó todo, hubo que volver a pararse. Más encima hubo un incendio que destruyó Santa Olga. Entonces creo que por eso mismo la gente tomó conciencia", sostiene a Emol mientras cocina en la casa de la que hoy considera su familia, la de su yerno.
"Hemos tenido incendios, terremotos y tsunamis, cómo vamos a destruir algo que nos ha costado tanto, que todos lloramos"
Sofía Monsalva
"No vamos a estar parando de nuevo los mismo otra vez. Nosotros sabemos lo que es sufrir y lo que cuesta pararse y sabemos pararnos también", agrega la mujer, quien actualmente se dedica de cuidar a las gemelas del ex esposo de su difunta hija, que volvió a casarse cuatro años después de la muerte de su señora y quien, recalca Contreras, nunca la dejó sola.
Misma tesis que expone Sofía Monsalve mientras realiza uno de los tours diarios alrededor de la Isla Orrego que lleva a cabo junto a su marido en el bote "Emilito José", el nombre de su hijo de cuatro años que desapareció junto a su suegro tras la primera ola hace una década atrás.
"Hemos tenido incendios, terremotos y tsunamis, cómo vamos a destruir algo que nos ha costado tanto, que todos lloramos. No podemos destruir. A nosotros nos ha costado mucho levantar Constitución, cómo puede venir la mano del hombre si ya hemos sido azotados por la naturaleza", afirma.
La pérgola de la Plaza de Armas de Constitución, donde actualmente cuelgan carteles alusivos a las demandas tras el 18 de octubre.
"Hay conciencia en ese sentido aquí de cuidar lo que nos ha costado mucho", añade mientras se seca una lagrima. Recordar lo que pasó ese día le duele, dice, a la vez que asegura que es necesario "para las otras generaciones", esas nuevas como sus dos hijas Emilia y Florencia, quienes nacieron post terremoto y que solo conocen a su hermano mayor por fotografías.
Para el doctor en sociología y académico de la U. de Talca, Paulo Hidalgo, el hecho de que la violencia no se haya presentado en Constitución sí tiene que ver en parte con el recuerdo de las catástrofes, pero también se mezcla con un fenómeno que tienden a presentar localidades pequeñas como dicho balneario, donde existe mayor "contención social y control social (...). En general la gente se vincula entre ellos, se conocen, conocen sus historias". Entonces, no se ejerce la violencia entre quienes comparten "lazos comunitarios".
En cambio, en las ciudades más grandes o urbes "se pierde el tejido social. En general en ciudades grandes hay pérdida de comunidad", explica, añadiendo que esa comunidad en locaciones pequeñas se potencia con eventos como terremotos, "porque aquí jodimos todos. Entonces hay una percepción de que no es que el gallito con privilegios se salvó y el pobre no, sino que fueron arrasados todos por igual".
La importancia de recordar
El alcalde de Constitución, Carlos Valenzuela (independiente), también defiende esa idea. Al interior de una moderna municipalidad levantada tras el 27/F, la autoridad comunal, que actuó como jefe de campaña de Sebastián Piñera en la zona y que hoy dice estar desilusionado de su gestión en la crisis social, recibió a Emol.
"Lo más jóvenes, que quizás no tenían esta conciencia, fueron los que trataron de replicar lo que veían en televisión, pero fueron rápidamente controlados por los mismos manifestantes más adultos. Entonces la gran mayoría tiene conciencia de lo que ocurrió, y a lo mejor los chiquillos no tanto. Claro, se les va olvidando con el tiempo"
Carlos Valenzuela
Comenta estar profundamente agradecido de la comunidad de Constitución por la paz con que durante estos últimos tres meses la ciudadanía ha salido a expresarse.
"Efectivamente el estallido social llegó, las marchas y las manifestaciones, pero de los garabatos no nos hemos pasado", apunta.
El centro de Constitución hoy funciona con normalidad. Juegos inflables, ferias, taca tacas e incluso un puesto de pesca milagrosa están instalados en la Plaza de Armas para los veraneantes que llegan al lugar. Rayados prácticamente no hay, mientras que los bares, restaurantes y locales comerciales reciben numeroso público acorde con la fecha, sin vidrios rotos ni muchos menos latas en sus ventanales. Pero el estallido está presente y lo refleja la pérgola de la plaza, donde pancartas alusivas a No + AFP, la desigualdad y una nueva Carta Magna se mantienen colgadas.
"Somos un pueblo agradecido, resiliente, tenemos gente de píe a mucha fuerza y coraje y creo que eso ha hecho que la gente proteste, que pelee por sus derechos contra los abusos, pero sin destruir", describe el alcalde. Sí, añade, durante los primeros días post 18 de octubre hubo algunos amagos de violencia por parte de jóvenes. Justo esa generación, especula, que al momento del terremoto y maremoto eran niños y quizás no recuerdan con claridad sus efectos.
A diez años del 27/F, para la autoridad local el tema de reconstrucción de viviendas ya está cerrado. Sin embargo, aún en infraestructura pública se está al debe, como el parque de mitigación fluvial que después de una década aún no está completo. Esto, dice el alcalde, sumado a las escasas medidas de seguridad en la isla Orrego que apunten a evitar una nueva tragedia
"Lo más jóvenes, que quizás no tenían esta conciencia, fueron los que trataron de replicar lo que veían en televisión, pero fueron rápidamente controlados por los mismos manifestantes más adultos.
Entonces la gran mayoría tiene conciencia de lo que ocurrió, y a lo mejor los chiquillos no tanto. Claro, se les va olvidando con el tiempo", agrega.
Por eso, insiste, "tenemos que recordar". En ese sentido, se espera que el próximo 18 de junio marque un hito con la inauguración de un Museo de la Memoria que recuerde los efectos del 27/F.. "Hoy día no hay donde ir a darte cuenta de cuál es la historia de lo que ocurrió hace 10 años, sobre todo los más jóvenes que ya se le olvidó de lo que es capaz la naturaleza", subraya Valenzuela.