La selección nacional pierde por 1-0 ante Bolivia y queda en muy mala posición de cara al cierre de las Eliminatorias. El equipo de Pizzi otra vez hizo un pésimo partido.
Foto: Agencia Uno.
Empatar era malo. Y la Roja perdió. El peor escenario. Lo más triste que se podía ver. Con Vidal encarándose con Soria, el técnico de Bolivia, y con los dueños casa celebrando como la obtención de la Copa del Mundo. Los bicampeones de América cayeron derrotados por la mínima, pero goleados en su orgullo, y con los pasajes a la Copa del Mundo a punto de ser cancelados.
Chile entró con temor. A la defensiva, como internamente les transmitió Pizzi a sus dirigidos. Miedo a la altitud más que a los jugadores rivales, pero miedo al fin y al cabo. Y si algo le cuesta a la llamada generación dorada es jugar con esa sensación de pánico. Una línea de cuatro marcada, con Isla y Beausejour plantados en su propio campo (poco visto en esta escuadra. Una línea de tres por delante de la zaga, rígida, con Silva, Díaz y Hernández. Y más cerca del área contraria Vidal, Vargas y Alexis, con libertad de movimiento y con la misión de arreglárselas como sea.
No es el estilo de la Roja. Por más altura que enfrente, por más precauciones que tome, a los bicampeones del América no les gusta especular tanto. Bolivia se aprovechó de eso, como era lógico, para tener el dominio de la pelota en la primera media hora. Y tuvo ocasiones claras para abrir la cuenta, la primera y más clara a los 8 minutos, con un cabezazo de Martins con el arco desguarnecido, porque Bravo había salido a destiempo en un tiro de esquina.
Era lógico también que los verdes le pegaran al arco desde cualquier zona de la cancha. Con esas pocos argumentos, el dueño de casa complicaba de sobremanera a la selección nacional.
Recién a los 35 minutos, Chile llegó en bloque hasta la portería de Lampe. Un descuelgue de Isla terminó con un disparo elevado de Vargas. Además del ariete de Tigres, había dos rojos en el área de boliviana. Eso ya era una avance, por cómo se daba el partido.
Algo se metió Alexis en el juego. Dejó de reclamarle a sus compañeros y empezó a jugar. No para transformar a Chile en un equipo dominante, pero sí para iniciar la jugada que acabó en un yerro increíble de Vidal, cuando el gol ya se cantaba. Llegó el descanso, necesario para varios que sentían el peso de los 3.600 de La Paz.
De poco sirvieron los 15 minutos en el camarín. Al poco de iniciado el segundo tiempo, varias figuras de la Roja, entre ellos Vidal y Sánchez, se movían con piernas temblorosas. Empezaron los errores, coronados con la descoordinación entre Díaz y Medel. El volante estorbó el despeje del Pitbull y sobre la misma metió la mano sin empacho para cometer un penal. Juan Carlos Arce no falló y a los 58’, Bolivia metía al combinado chileno en un lío de marca mayor.
Hasta Pizzi se enredó entero. Desconcertado, suspendió el cambio de Paredes, le hizo ponerse nuevamente el peto de suplentes, para cinco minutos después hacer ingresar a… Paredes. Y a Valdivia, el volante al que ha desestimado tantas veces. Pizzi mandó a la dupla de Colo Colo para que le salvarán el pellejo a su equipo.
No se notaron mucho lo cambios. Más a los empujones que con buen fútbol, la Roja peleaba por el empate. Es cierto que el juez Roldán se comió un claro penal por una mano de Candia, pero Chile no tenía físico ni ideas para una hazaña.
Salió Vidal, destrozado. Entró Valencia. En la banca sólo había desesperación, con el Rey Arturo comandando el concierto de caras de derrota. Y desde la reserva de Bolivia, crecía la fiesta y el coro de insultos para los chilenos. El TAS no se les olvidó a los locales.
Así perdió Chile. Dando pena, despedazado. Y Rusia ya parece un sueño difícil de cumplir. Eso de la generación dorada parece un cuento muy añejo.
La exitosa historia de esta mujer de 45 años es inspiradora: fundó un millonario negocio de cosméticos en Estados Unidos sin pedir préstamos ni aceptar inversiones. Al mismo tiempo que hacía crecer su empresa, educó a todos sus hijos en la casa, antes de enviar a los mayores a la universidad.
Ninguno de los 14 hijos de Tammi Umbel fue a la escuela. Ella se encargó personalmente de educarlos en la casa y motivarlos para que realizaran estudios superiores.
Eso lo hizo mientras desarrollaba una empresa de cosméticos naturales valorada en US$1,7 millones, con un modelo de negocios bastante particular: nunca ha pedido préstamos a los bancos, ni ha aceptado recursos de inversionistas para expandir su negocio.
“Yo quería hacer crecer mi empresa al estilo viejo. Vender, hacer dinero y reinvertirlo. Nunca quise trabajar con capital prestado porque soy musulmana y confío en que haciendo las cosas bien, uno será recompensado”.
La primera empresa que fundó fue una compañía textil que no anduvo muy bien. Decidió cerrarla y de inmediato se puso a pensar en un nuevo proyecto.
Así nació Shea Terra Organics, una empresa de productos naturales para el cuerpo que utiliza insumos provenientes de grupos tribales y pequeñas comunidades de productores en países como Madagascar, Egipto, Marruecos, Namibia o Tanzania.
Partió hace 17 años utilizando ingredientes desconocidos en el mundo occidental como el Aceite de Argán o el Shea Butter, también conocido como mantequilla de Karité.
Luego diversificó su producción viajando a lugares apartados para descubrir los secretos provenientes de aldeas muy pobres donde aún se siguen utilizando ingredientes nativos para tratar la piel.
“Por años tuve la intención de generar empleos en lugares donde las condiciones de vida son muy precarias. Sabía que ese conocimiento ancestral podía tener aplicaciones que beneficiaran a los indígenas productores de las materias primas y que, al mismo tiempo, me permitieran abrir un nuevo mercado de productos completamente naturales”, dijo Umbel.
El jabón negro africano
La compañía, con sede en el estado de Virginia, EE.UU., actualmente vende sus productos online y los distribuye a través de Vitamin Shoppe, una cadena con 700 tiendas en el país.
Una de las dificultades que Umbel ha encontrado durante los últimos años es que “el mercado de los productos naturales está lleno de productos falsos, con mínimas concentraciones de los ingredientes esenciales y que en realidad son un engaño a las personas”.
“Así es muy difícil competir porque yo no estoy dispuesta a sacrificar la calidad de mis productos para conseguir más ingresos”, afirma.
Incluso la empresaria ha tenido que lidiar con copias falsas de sus propios productos que se venden online en lugares como Amazon y otros sitios.Uno de los últimos productos que ha lanzado al mercado es el jabón negro africano, un producto que aparentemente ayuda en el tratamiento del acné.
Y a pesar de no llevarse bien con los tradicionales modelos de negocios, Umbel ahora está considerando por primera vez distribuir sus productos en grandes cadenas.
Una granja donde no hay televisión
Umbel vive junto a su esposo, un médico proveniente de Paquistán, y sus 14 hijos en una granja donde no hay televisión.
Cuatro de ellos están en la universidad estudiando medicina, ingeniería y ciberseguridad. El resto, sigue siendo educado en casa por ella, aunque ahora con la ayuda de los hermanos mayores.
Además de llevar adelante el negocio y la educación de sus niños, Umbel viaja constantemente a otros países para tener un contacto directo con las productoras que la abastecen de los ingredientes básicos para sus productos y porque además, como dice ella, le encanta conocer otras culturas.
Y muchas veces se lleva a sus hijos -que tienen desde 4 años hasta 26- a sus excursiones por el mundo, porque considera que esas experiencias también son parte de la educación.
“Quiero desarrollar un espíritu emprendedor en ellos y un respeto por el medio ambiente y las personas”, dijo Umbel.
Gran parte de su éxito se lo atribuye a la persistencia y también a su relación con el Islam, porque la ha inspirado a desarrollar “un negocio que se basa en la honestidad a la hora de vender los productos y en la generosidad con las personas que participan en todo el proceso de producción”.
Desde el Partido Radical llamaron a la "unidad" de la Nueva Mayoría y a considerar que es Guillier "el candidato más competitivo para ganarle a Sebastián Piñera".
Un difícil escenario enfrenta la candidatura de la senadora DC Carolina Goic, luego que en la última encuesta CEP obtuviera sólo un 3,7% de intención de voto, lo que la separa por más de 10 puntos con el resultado obtenido por Alejandro Guillier quien llegó al 16,4%.
En la medición anterior, cuyo resultados fueron conocidos un mes antes de las primarias, Goic -quien había sido oficializada como abanderada hace apenas unos meses- obtuvo un 2,1% de las preferencias,
Luego de que la encuesta fuera revelada, desde el Partido Radical llamaron a la “unidad” de la Nueva Mayoría y a considerar que es Guillier “el candidato más competitivo para ganarle a Sebastián Piñera”.
Sin embargo, la líder de la DC, no profundizó en las cifras obtenidas y sólo aseguró que “habrá segunda vuelta”.
Goic tras encuesta CEP: “Va ser una elección reñida”
La abanderada de la DC tiene el 3% de las intenciones de voto. Por otro lado, el 2,2% de los encuestados le gustaría que la senadora fuera la próxima jefa de Estado.
Tras los resultados de la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) que dieron a conocer este viernes que la candidata de la Democracia Cristiana, Carolina Goic tiene el 3% de las intenciones de votos de los encuestados la senadora aseguró que esta sería “una elección reñida”.
La candidata presidencial aseguró que a pesar de los malos resultados continuará sus labores de campaña a tres meses de las elecciones presidenciales.”Tenemos certeza que va a haber una segunda vuelta y por ello, lo que corresponde es seguir trabajando en terreno”, añadió.
El sondeo además reveló que en caso que un eventual balotaje entre Sebastián Piñera (Chile Vamos) y la abanderada de la DC. El ex mandatario tendría el 42,1% de los votos, mientras que Goic 18,9% y el 39% no votaría, dejaría en blanco o anularía su voto.
Por otro lado, el 2,2% de los encuestados le gustaría que Goic fuera la próxima jefa de Estado.
Idea fue planteada por el comando del candidato de Chile Vamos en una reunión con representantes de las candidaturas para el foro de Archi.
El 20 de septiembre comienza el periodo de propaganda electoral (prensa, radios y brigadistas) para la campaña presidencial, de candidaturas parlamentarias y cores de la elección del 15 de noviembre. Con este hito, la etapa de competencia se acelera y comienzan a programarse los debates presidenciales de cara a la ciudadanía.
Dos son los foros confirmados hasta ahora: uno de la Asociación Nacional de Prensa (ANP), planificado para el 28 de septiembre, y un segundo, para el próximo 20 de octubre, gestionado por la Asociación de Radiodifusores de Chile (Archi). La organización de este último foro ha causado polémica en los últimos días, pues desde el comando del candidato presidencial de Chile Vamos, Sebastián Piñera, han pedido restringir que las ocho cartas a La Moneda participen.
Fue el miércoles cuando los comandos se reunieron con la directiva de la Archi para organizar el foro. Allí, el director de Comunicaciones de Piñera, Gonzalo Cordero, planteó las condiciones de su candidato para el debate. Su propuesta fue la realización de dos foros. Uno entre el propio Piñera, Alejandro Guillier (PS-PPD-PR-PC-IC-MAS) y Beatriz Sánchez (Frente Amplio), y otro de los cinco aspirantes restantes: Carolina Goic, Marco Enríquez-Ominami (PRO), José Antonio Kast, Alejandro Navarro y Eduardo Artés.
¿El criterio del comando de Piñera? Considerar a los postulantes con mayores porcentajes en las encuestas de opinión pública. En todo caso, Archi aún debe resolver cómo llevar a cabo el foro. Está programado que la próxima semana haya otra reunión.
Desde el comando de Piñera afirman que de no cumplirse con las reglas autoimpuestas, el candidato de Chile Vamos se restaría del encuentro.
“El ex Presidente Piñera tiene toda la disposición de debatir. Hemos planteado que hacer un debate entre ocho candidatos no genera valor, no aporta información razonable para los electores. Los debates se hacen para que la ciudadanía pueda conocer de mejor manera y más en profundidad a cada uno de los candidatos”, dijo ayer Cordero. En ese sentido, explicó que habría pocos minutos para que cada postulante pueda hablar en un foro público. “En un debate de 120 minutos, con ocho candidatos, significa que cada uno va a poder hablar algo así como 12 minutos”, señaló.
En paralelo, sobre el foro de la ANP, esta semana llegó una carta a los candidatos señalando que la distribución de los debates será de dos grupos, con cuatro candidatos cada uno. ¿Qué aspirantes? Dependerá de los resultados de la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) de hoy.
En el comando de ME-O criticaron esta planificación, pues recalcaron que, en 2013, la ANP ya realizó un debate con ocho postulantes “sin problemas”. “La democracia no puede ser esclava del rating ni de las encuestas truchas de los funcionarios del gobierno de Piñera”, dijo el presidente del PRO, Camilo Lagos.
“Antidemocrático”
Las críticas por este criterio planteado por Cordero vinieron, primero, desde el comando de Sánchez. “El candidato Sebastián Piñera lo ha dicho públicamente, que no quiere debatir con los ocho (candidatos), y quiere debatir solamente con Alejandro Guillier y conmigo, que somos los que estamos más adelantados en las encuestas. Eso, evidentemente, me conviene, pero me parece antidemocrático”, dijo la periodista, al tiempo que insistió en que se debe realizar un foro de las ocho cartas.
El encargado de comunicaciones de Guillier, Juan Andrés Lagos (PC), dijo ayer que “Piñera está evadiendo el debate con esta supuesta condición, es un subterfugio. Por cierto que un debate entre ocho candidatos y candidatas es un tema que se debe resolver de la mejor manera, pero creo que, en el Chile democrático en el que queremos profundizar, la ciudadanía tiene derecho a que se dé un espacio plural de discusión”.
Lagos agregó que plantearon que estén los ocho aspirantes presentes. “Llamamos a Piñera a que acepte debatir en igualdad de condiciones”, dijo.
Desde el comando de Goic, por su parte, dicen estar al tanto de las condiciones de Piñera, pero, agregan, esperarán a una nueva cita con la Archi para tomar una decisión.
Otro de los foros esperados en tiempo de campaña es el de la Asociación Nacional de Televisión (Anatel), que aún no tiene fecha definida.
Un experto en seguridad y defensa asegura en este análisis que si Donald Trump decide responder al régimen de Kim Jong-un con la fuerza, tendrá que elegir entre tres opciones. Ninguna está libre de costos y riesgos importantes, tanto económicos como de vidas humanas.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo esta semana que “todas las cartas” estaban “sobre la mesa”, después de que Corea del Norte disparara un misil que sobrevoló territorio japonés.
Pero, ¿cómo sería una acción militar contra el régimen de Kim Jong-un?
A los residentes de la isla nipona de Hokkaido se les advirtió que buscaran refugio cuando el misil balístico surcó por sus aires.
El lanzamiento fue un acto provocador al que siguieron amenazas norcoreanas de que se trataba sólo de un “primer paso”.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y varios países estudian nuevas sanciones a Corea del Norte al mismo tiempo que Trump anunciaba estar evaluando qué hacer a continuación.
El régimen de Kim Jong-un tiene una de los ejércitos menos transparentes del mundo.
Pero, si bien Estados Unidos cuenta con una capacidad militar sin igual, la gama de alternativas que podría usar contra esta nación hermética es, en realidad, limitada.
Opción 1: ‘Contención mejorada’
Esta es la opción menos arriesgada pero discutiblemente menos efectiva.
Simplemente se utilizarían despliegues que hace ya tiempo están posicionados pero que han tenido poco éxito a la hora de impedir que el gobierno de Pyongyang lanzara el misil balístico sobre Japón y que el programa nuclear norcoreano avanzara.
Estados Unidos podría mover más efectivos terrestres a Corea del Sur.
O usar defensas terrestres como el polémico sistema Thaad, artillería pesada y vehículos blindados para demostrar su disposición a utilizar la fuerza a la hora de respaldar sus demandas.
Estados Unidos y Corea del Sur realizan cada año ejercicios militares que Piongyang considera una provocación.
Sin embargo, Corea del Sur paralizó el despliegue actual del Thaad y rechaza enérgicamente cualquier incremento de fuerzas estadounidenses en su territorio, pues le preocupa provocar a su vecino del norte.
En efecto, vista la reacción de Corea del Norte ante los ejercicios binacionales que los ejércitos estadounidenses y surcoreanos realizan cada año, es casi seguro que interpretaría los movimientos antes mencionados como un preludio a una invasión terrestre.
Sin duda, China y Rusia también protestarían con vigor y ellos sí tienen el poder necesario para complicarle la vida al gobierno de Trump en otras áreas como Europa del Este o los mares del sur y del este de China.
La Marina estadounidense podría aumentar su presencia alrededor de la península coreana enviando másdestructores capaces de disparar misiles balísticos y, posiblemente, desplegando un segundo grupo de combate.
En paralelo a las alternativas navales, la aviación de EE.UU. podría reforzar su potencial aéreo directo con más escuadrones de ataque, tanques de apoyo, aviones de vigilancia y bombarderos pesados en sus bases de Guam, Corea del Sur y Japón.
No obstante, tanto la Marina como la Fuerza Aérea tienen tanta carga de trabajo alrededor del mundo que están sintiendo el impacto de más de una década de despliegues continuos de alta intensidad con los que ha servido de apoyo a operaciones como las de Irak y Afganistán.
Pero aun más importante, tal vez, es que el tiempo está a favor de Corea del Norte, ya que un incremento de la presencia militar de EE.UU. por sí solo no le forzaría a cancelar su programa de armas nucleares, que crece con rapidez, ni sus pruebas con misiles.
Y cualquier declaración que intenciones de derribar estos misiles norcoreanos que traspasan su espacio aéreo hacia el de otros países requeriría de por sí un mayor incremento de las fuerzas navales estadounidenses alrededor de la península.
La Marina y la Fuerza Aérea de EE.UU. están sintiendo el impacto de más de una década de despliegues continuos.
Piongyang tiene un gran arsenal de misiles balísticos.
Y los misiles antibalísticos con los que cuenta EE.UU. son extremadamente caros. A esto se suma que cada barco cuenta con sólo unos pocos.
Por lo tanto, Corea del Norte podría abrumarlos y agotar las reservas de la Marina, que quedaría vulnerable y obligada a volver a puerto.
Una política como esta representaría un desafío al régimen de Kim Jong-un demasiado caro y, probablemente, insostenible, así como una escalada peligrosa hacia un conflicto militar directo.
Opción 2: Golpes quirúrgicos
Las fuerzas aéreas y navales de EE.UU. poseen las capacidades para dar los golpes quirúrgicos más avanzadas del planeta.
A primera vista, puede parecer una propuesta atractiva disparar misiles de precisión Tomahawk desde submarinos en la costa norcoreana y atacar con bombarderos furtivos (indetectables para los radares) B-2 posiciones nucleares estratégicas e instalaciones de misiles balísticos.
Corea del Sur rechaza el incremento de tropas estadounidenses en su territorio por temor a la reacción de Kim Jong-un.
Sin duda, se podría infligir graves daños a objetivos de gran valor, ya que existen infraestructuras enterradas a grandes profundidades y fortalecidas pero vulnerables a la bomba GBU-57, de 13,6 toneladas.
El peligro inmediato para los aviones estadounidenses dependerá de muchos factores que incluyen el grado de advertencia recibido por Corea del Norte, el número de ataques lanzados y la contribución de aviones detectables por radares dentro del alcance de sus defensas.
Sin embargo, el estado de los equipos militares de las fuerzas armadas de Corea del Norte es difícil de conocer, ya que son una mezcla de sistemas de radares y misiles aéreos chinos, soviéticos y de fabricación local, algunos de los cuales datan de hace al menos 50 años.
Tiene una de las fuerzas de seguridad menos transparentes del planeta, que han sido modificadas y actualizadas hasta un grado desconocido, y su rapidez para reaccionar es difícil de valorar.
Si Estados Unidos llegara a perder aviones por culpa del fuego enemigo o por algún accidente, tendría que enfrentarse a la pesadilla de verse obligado a intentar rescatar a su tripulación o abandonarlos a un destino, que acabará siendo bastante mediático.
El lanzamiento del misil causó conmoción en Japón.
Aun más relevante, sin embargo, es el hecho de que incluso si los ataques a instalaciones nucleares o de misiles, a centros de mando o de liderazgo tuvieran éxito, esto no evitaría que Corea del Norte tomara represalias.
Su ejército todavía tendría la capacidad de infligir casi inevitablemente daños devastadores a Corea del Sur, un aliado de Estados Unidos, en un contraataque inmediato.
Esto consistiría en más de un millón de soldados y, según algunas estimaciones, más de 6 millones de reservistas y tropas paramilitares.
Un gran número de elementos de artillería, la mayoría de ellos instalados cerca de la zona desmilitarizada, incluyen centenares que podrían alcanzar la capital surcoreana, Seúl, hogar de alrededor de 10 millones de personas.
Hasta a los militares estadounidenses les tomarían días eliminar por completo estas baterías, que son capaces de disparar decenas de miles de proyectiles y misiles durante todo ese tiempo.
El daño catastrófico que estas baterías podrían causar en una ciudad moderna y llena de gente, así como en las fuerzas militares surcoreanas, es el motivo por el que el Seúl se opone a cualquier acción militar preventiva contra Corea del Norte.
Estados Unidos tiene misiles antibalísticos muy caros, por lo que usarlos contra Piongyang no sería nada económico.
Incluso sin un arma nuclear utilizable y sin invadir de forma enérgica Corea del Sur, el régimen de Kim podría ocasionar muchos perjuicios y, probablemente, la alianza entre Washington DC y Seúl tal como la conocemos terminaría.
Opción 3: Invasión a gran escala
Dado el tamaño del ejército de Kim Jong-un, el poder de su artillería, la opacidad de sus defensas aéreas y la reticencia de Corea del Sur a apoyar cualquier acción militar estadounidense, está opción sería extremadamente disparatada.
Cualquier intento de invadir Corea del Norte requeriría meses de un incremento de la presencia militar de EE.UU. en la zona, una participación a gran escala de Corea del Sur y una forma de garantizar la neutralización de las misteriosas capacidades nucleares de Pyongyang.
También costaría cientos de miles de vidas a ambos bandos.
Programa de misiles de Corea del Norte:
Corea del Norte lleva décadas trabajando en su programa de misiles con armas que tienen como base los soviéticos Scud.
Ha llevado a cabo pruebas de corto y medio alcance en muchas ocasiones, algunas veces para conmemorar eventos nacionales y otras, en momentos de tensiones regionales.
En meses recientes, la frecuencia de estas pruebas se ha incrementado. Los expertos dicen que Pyongyang parece estar haciendo avances en su meta de construir un arma fiable que pueda ser nuclear y de largo alcance.
En julio, Corea del Norte lanzó dos misiles que, según dijo, eran Misiles Balísticos Intercontinentales (ICBM por sus siglas en inglés), capaces de llegar a territorio estadounidense.
No hay consenso en qué tan cerca está Pyongyang de reducir una cabeza nuclear para poder incorporarla a un misil.
Además de los bombardeos de artillería, el ejército norcoreano se viene entrenando para infiltrar comandos a gran escala en Corea del Sur usando biplanos que vuelan despacio y a baja velocidad, difíciles de detectar por los radares, barcos y submarinos pequeños.
Esto se sumaría al caos y a la pérdida de vidas en caso de un conflicto de grandes dimensiones y aseguraría que los cuerpos menos numerosos pero más avanzados tecnológicamente de EE.UU. y Corea del Sur se amoldarían dolorosamente hasta hacerse más delgados.
La última vez que Estados Unidos y sus aliados se adentraron en Corea del Norte, durante la guerra de 1950, China entró en el conflicto a favor del bando norteño para evitar que se estableciera al lado de su frontera una Corea unificada alineada con Occidente.
Ninguna de las tres opciones militares está libre de costos ni riesgos.
Un resultado así todavía es algo que China no está preparada para contemplar. Esta constituye la principal razón por la que han respaldado el régimen de Kim durante tanto tiempo.
Por último, incluso si estos grandes problemas se pudieran superar de alguna manera, una invasión exitosa de Corea del Norte liderada por EE.UU. le dejaría a Seúl la responsabilidad de reconstruir un país destrozado.
Corea del Norte ha existido en un estado incomparable de manipulación psicológica, dificultades económicas crónicas y aislamiento que se ha alargado por más de 60 años.
En comparación, la tarea monumental unificar Alemania después de la Guerra Fría palidece.
La realidad es que ninguna de las opciones militares disponibles para que Estados Unidos lidie con Corea del Norte está libre de costos y riesgos significativos.
Son elementos que habrá que considerar y sopesar con las posibles consecuencias inciertas y problemáticas.
Este es un análisis encargado por la BBC a un experto externo.
Justin Bronk es un investigador del Instituto Real de Servicios Unidos (RUSI, por sus siglas en inglés) especializado en potencia y tecnología aérea.
El RUSI se define a sí mismo como un centro de estudios (think tank) independiente dedicado a la investigación en seguridad y defensa punta.