El sacerdote jesuita cree que existe una rabia que se arrastra producto de la desigualdad en la región y estima que podría existir una influencia del narcotráfico.
Felipe Berríos
Foto: El Mercurio/Archivo.
Durante las últimas semanas la comuna de Antofagasta ha sido afectada por diversos hechos de violencia que por su magnitud y reiteración han contrastado con otras zonas del país, que si bien no han vuelto a la normalidad, mantienen una situación de mayor tranquilidad.
Este fin de semana una unidad de Carabineros fue atacada con una bomba molotov y los efectivos en su interior agredidos con palos y piedras. Desde el Ministerio del Interior anunciaron una querella por estos hechos, que se suman a saqueos y barricadas. En tanto, esta semana llegará a la ciudad una comitiva de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
En Antofagasta, la región con más campamentos de nuestro país (17%), y con "una de las mayores tasas de desigualdad", según el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Católica del Norte, reside el jesuita Felipe Berríos.
Desde el campamento "Luz Divina", en el sector de La Chimba, Berríos en conversación con Emol se refirió al por qué del malestar de los antofagastinos y quienes estarían tras estos grupos violentistas.
El sacerdote cree que "la rabia" que ha ocasionado que se mantengan las manifestaciones en la zona se debe a un conjunto de factores como, por ejemplo,"la mala educación, ausencia de Estado, marginalidad, pésima cobertura de salud, y un abandono por parte del país en general".
-¿Se acabaron las marchas pacíficas en Antofagasta?
Sí, la gente (pacífica) sale mucho menos. Habría que preguntarse qué gatilla esa rabia, se hacen daños a ellos mismos. Aquí en el sector donde yo vivo (La Chimba) ya nos quedamos sin posibilidad de supermercado, la sede de un banco y de lo que sea. Yo creo que la rabia es irracional y hay acumulada mucha rabia. Yo te digo, en los campamentos, prácticamente el Estado es ausente.
-¿Qué cree usted que hay detrás de estas olas de violencia?
Yo no estoy de acuerdo con esa violencia y la separo de las demandas justas que tiene la gente. Yo creo que se debe a que esta es una ciudad que tiene un ingreso per cápita entre 27 y 35 mil dólares, y sin embargo, hay sectores de la ciudad que es como vivir en Bélgica y otros sectores que son como vivir en Bangladesh. Hay una desigualdad muy grande, y hay poca preocupación por los sectores más desposeídos.
-Pero también hay desigualdad en otras zonas del país.
Yo creo que se debe a estos grupos, yo incluso he conversado con algunos de ellos, son chiquillos que no tienen nada que perder y ahora tienen un motivo por el cual levantarse, tienen cierto heroísmo, y que no tienen nada. También yo creo que hay ciertos vínculos con el narcotráfico, tenemos una población grande que tiene un sueldo muy bajo, entonces ha ido creciendo el microtráfico. Son mezclas, pero sobre todo es la ausencia de Estado en todas las poblaciones.
-¿Hace falta una preocupación del Gobierno?
Yo creo que hay un desgaste que uno hace años está viendo, las peleas entre la Municipalidad, la Intendencia, la Gobernación, y mientras ellos sigan criticándose unos a otros abandonan a la gente. Todos son autoridades y yo quisiera verlos más presentes en el mundo marginal.
Para los chilenos, el norte termina en La Serena, ya desde ahí tenemos un abandono muy fuerte, que venga una autoridad nacional para acá es rarísimo.
-Entonces, ¿las discusiones entre las autoridades han provocado que se entrampen acciones para contrarrestar la desigualdad?
Obvio, si tú escuchas, siempre están echándose la culpa los unos a otros, yo nunca he visto una autoridad del municipio o de lo que sea, que diga: ´mira nos equivocamos y reunámonos para hacer algo mejor´. Siempre se están echando la culpa los unos a los otros.